“Volver a lo básico, para descubrir lo extraordinario”

Por: Germán Briceño / german@travesiamagazine.com

La aventura del Camino a Santiago la inicié el año pasado, un año jacobeo atípico: se mezcló con una pandemia plena de contratiempos y obligatorio confinamiento. Asumí eso como una pausa en el proyecto y quedó en mi mente retomarlo en algún momento.

Definir “el camino” es muy subjetivo porque podría darse varios significados a la actividad, a gusto de la persona: emprender un peregrinaje, o una aventura, o un viaje, una promesa de superación personal o la mezcla de todo eso, e incluso algún otro componente “mágico o espiritual”… Les dejaré este link para quién quiera ver más sobre el tema.

El momento de retomarlo fue hace poco. La pausa me permitió investigar más sobre las rutas y una en particular llamó poderosamente mi atención porque ofrecía nuevos horizontes. La nueva ruta rompía con lo tradicional:  más que caminar, tendría que palear – y en mi caso- también pedalear. Se trataba de una travesía náutica por la ruta del Mar de Arousa  y el Río Ulla. Sabía que sería una excelente aventura en la que no estaría solo. Todo apuntaba a ello, pero me quedé corto: fue recorrer un escenario mágico que me hizo recordar muchos lugares que había conocido, también en kayak, pero en diferentes regiones del mundo; todo concentrado en una sola y compartiendo con un divertido grupo de guías y peregrinos, que hoy son mis amigos y parte de mi nueva familia:  la del “Camino en Kayak”.

 

 

 

 

LA RUTA Y LA AVENTURA

Desde La Coruña – donde resido – partí en tren con mi bici como equipaje. Quería sumarle algunos kilómetros de protagonismo con esta travesía. Comencé a pedalear desde la estación Pontevedra, la más cercana al Camping Paisaxe (36 km), situado en San Vicente de O Grove, lugar al que llegué 10 minutos antes de iniciar la reunión con el grupo, pautada a las 17 hrs. Nos recibió Carlos, el coordinador de la actividad, junto a su extraordinario equipo humano de trabajo, compuesto por guías y asistentes de logística. Después de una breve presentación de todos los que protagonizaríamos esta travesía, nos informaron sobre diversos aspectos importantes de la actividad, itinerarios, ruta y manejo de equipos. Al caer la tarde salimos del camping y fuimos a cenar en un lugar muy particular, a poca distancia del sitio donde sostuvimos la reunión inicial.  Llegar al sitio, fue como cruzar una especie de portal en el tiempo:  una casa-museo, que al mismo tiempo es restaurante.  Además de recorrerla y de las historias que ahí nos contó nuestro anfitrión, hubo música, comidas, bailes y también bebidas, donde todos participaron y a partir de ese instante, comenzó la camaradería del grupo… Pero los detalles de esta y otras sorpresas del camino, no serán parte de la nota, los “spoilers” están regulados porque hay que respetar el “factor sorpresa”, para que se animen aún más en hacer la actividad y en unirse a la familia del “Camino en Kayak”.

Antes de comenzar la aventura en el agua  —ya equipados con palas, chalecos y ropa para la travesía, preparamos nuestros kayaks dobles, colocando en sus compartimentos nuestro equipaje—escuchamos las indicaciones de los guías, hicimos ejercicios de calentamiento y zarpamos a la aventura. Esta actividad previa se convirtió en parte de nuestra rutina para los siguientes días de navegación.

 

La primera etapa nos acercó a las bateas de mejillones, ahí nos pegamos a ellas para verlas, fotografiarlas y escuchar de los guías detalles sobre su cultivo y recolección.  Luego seguimos costeando hacia Punta Moreira (Puerto Meloso) donde paramos un rato, tomamos café y de nuevo a palear hasta O Grove, una parada que duró un poco más, lo suficiente para un vermut y unas cañas con su respectiva picada y sus tapas… ¡Ah!, también para sellar nuestro Pasaporte de Peregrinos del Mar, en plena ruta jacobea. La siguiente etapa o pierna de navegación, nos llevó hasta la Isla de La Toja, donde atracamos nuestras pequeñas embarcaciones en una playa muy bonita que colinda con un espléndido campo de golf; en ese lugar almorzamos y descansamos un rato. Después de recobrar energía, nos hicimos nuevamente a la mar para emprender el tramo final del día, que nos llevaría hasta el Camping “El Edén”, donde pasamos nuestra primera noche en tiendas de campaña.

Al día siguiente, después de nuestra rutina previa de zarpe, costeamos hasta Parque Natural do Carreirón en la Illa de Arousa; arribamos y pasamos a modo exploración, adentrándonos al parque donde nos admiramos de su diversidad de escenarios naturales. En el entorno se pueden ver diferentes sistemas: desde grandes superficies arbóreas, como pinares y matorrales, a amplios complejos dunares, marismas, lagunas y roquedos; e incluso arenales paradisíacos y paisajes submarinos. Por todo ello, Carreirón se ha convertido en el hábitat perfecto para numerosas especies tanto autóctonas como migratorias.

Finalizada nuestra excursión por Carreirón, tomamos nuevamente nuestros kayaks y comenzamos a navegar en medio de una densa bruma que nos hizo modificar el itinerario de ruta, ya que la idea era ir a una isla (Areoso) donde con mejor tiempo, dicen los guías, se siente y se ve como un escenario caribeño… Aunque eso no fue posible para nosotros en esta oportunidad, ese clima lo logramos “musicalizar” en un chiringuito muy acogedor situado en medio de un bosque que nos puso literalmente a bailar y a pasarla muy bien. [Si quieres ver más sobre el lugar, aquí te dejo un link para que le eches un ojo, se llama AREOSO BEACH CLUB].

 

 

En la siguiente ruta, nos siguió acompañando un poco la neblina, que poco a poco se disipó y nos permitió llegar con clima muy soleado: a Playa Area de Secada, un lugar increíble, que mezcla arenas blancas, aguas turquesas cristalinas, con un borde boscoso de pinos y eucaliptos, surcados por caminerías hechas de madera. ¡Un verdadero espectáculo!  Ahí comimos, descansamos y hasta nos quedó energía para derrochar, jugando raqueta en la playa, otro rato más…

 

 

 

 

El tramo final del día nos llevó hasta Punta Cabío, donde acampamos en la zona alta del camping, previsto en el itinerario de ruta. Para ese instante ya teníamos alertas meteorológicas no muy favorables. Pero, como en toda aventura al aire libre, eso también se disfruta cuando hay buena energía y camaradería. Otro atardecer colorido y una noche con sabor a carne asada cerró el día, para dar paso a una mañana lluviosa, que llegó acompañada con abundante bruma marina que obligó a pausar la salida por unas horas.  Finalmente zarpamos, en medio de un gris escenario marino, con rumbo a Porao Carabiñal, por “otro vermut” (!ja,jaja,ja…!); y después hasta Playa A Retorta, en Boiro, una ensenada fantástica de fina arena blanca, que nos recibió “resplandeciente”, soleada y con un extra riquísimo: ¡Paella en el bosque! Sí, como lo acaban de leer o escuchar… [Recuerden que en Travesía Magazine, también tienen esta opción].

 

 

Esta etapa terminó en la playa Oporrón, desde la cual nos caminamos hasta el Camping Rianxo, donde pasamos nuestra última noche en ruta marítima, justo antes de adentrarnos al tramo fluvial final del recorrido en kayak. Lo que pasó aquí, esa noche, se quedó ahí y en nuestros recuerdos, en los de cada peregrino que hace el “Camino en Kayak” y se integra a la familia. Sólo puedo decirles esto: ¡Luuuuumeeeee!

Navegar el tramo final llegó con más sorpresas: entre niebla, bruma y sol, hubo un poco de todo eso en el camino, incluyendo varias paradas, entre ellas una de porteo (cargando el kayak) debido al bajo nivel del agua en esa parte del recorrido. Esto nos permitió ver medusas gigantes mientras caminábamos – atentos a ellas.  Deslizamos nuestros kayaks hasta una zona más caudalosa que nos permitiera continuar paleando. Superado ese tramo, comenzamos a divisar cruceiros en la ladera del río Ulla, pasamos bajo enormes arcos de puentes que atravesaban el surco fluvial y el paisaje comenzó a cambiar radicalmente:

un color más intenso y oscuro en el agua, permitía ver el reflejo más claro de nuestras embarcaciones y un surco más estrecho nos daba la bienvenida a ese nuevo escenario, donde pudimos ver réplicas de embarcaciones vikingas, usadas en festividades y como atractivo turístico en la zona. No faltaron “las cañas” eso sí, porque en cada parada, siempre hubo algún lugar para pedirlas y acompañarlas con algún bocadillo, bailes y “cuentos del camino” entre colegas peregrinos… Ya en ese instante sabíamos que estábamos cerca del final de la aventura en kayak y que pronto comenzaría nuestra caminata en la etapa final.

 

 

Antes de alcanzar la meta del día decidimos agotar nuestras reservas de energía y emprender una competencia hasta el punto de llegada: !todos ganamos!… la épica travesía en kayak había llegado a su final…! Levantamos nuestras palas para jugar con salpicaduras de agua, nos reímos, gritamos y también sentimos nostalgia al abandonar el agua: el elemento que nos unió todos esos días, ahora debía transformarse en un camino de asfalto, tierra, piedras, bosques, viñedos, aldeas y finalmente, en la imponente Catedral de Santiago de Compostela, donde llegamos al día siguiente, caminando, pero con nuestras palas en la mano, porque nosotros somos los Peregrinos del Mar, los del “Camino en Kayak”…

 

 

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https://www.caminodesantiagoenkayak.com/